Cuarenta fueron los minutos que aguardamos en la sala de espera hasta que una voz anunció nuestros nombres: al fin había llegado nuestro turno.
Hugo era uno de los tres empleados encargados de entrevistar a la gente. Morocho y de unos 25 años, procedió a darnos la bienvenida con otra advertencia que aumentó la sensación de “no aclares que oscurece” que habíamos comenzado a tener:
“Chicas, en primer lugar quiero decirles que este no es un casting sábana”.Nuestro desconocimiento sobre dicha expresión nos llevó a preguntarle a Hugo qué significaba:
“Es cuando una persona tiene que acostarse con alguien para conseguir un trabajo”, dijo mientras lanzaba una mirada cómplice a un chico que, desde un escritorio ubicado perpendicularmente al nuestro, no dejaba de atender el teléfono que sonaba todo el tiempo.
Hugo continuó explicándonos que teníamos dos caminos para elegir:
Uno era que simplemente nuestros datos personales básicos quedaran en una base de datos, opción que él mismo reconoció que era una pérdida de tiempo, debido a que al tener sólo un legajo sin fotografía íbamos a ser elegidas al azar. Pero advertimos que en esa misma ficha de datos básicos figuraba una dirección de e-mail de Karisma acompañada por una frase que decía “enviar fotos a esta dirección”. Cuando le objetamos dicho detalle, no hizo más que ponerse nervioso, balbucear algunas palabras y fortalecer nuestra idea acerca de que algo andaba mal.
El otro camino consistía en abonar un importe que, en nuestro caso, fue valuado en 45 pesos (recordemos que al hijo de la señora que esperaba en la puerta de Karisma le cobraron 70 pesos) en términos de gastos administrativos, entre ellos una sesión de entre cuatro y seis fotos. Todo esto “para tener más posibilidades de ser elegido”, ya que ellos nos armarían un currículum artístico, el cual en teoría sería distribuido en las
“54 productoras con las que trabaja la empresa, entre ellas Endemol e Ideas del Sur.”
“Mirá, nosotros no trabajamos ni con Karisma ni con ninguna castinera en particular. Cuando necesitamos gente, abrimos nuestra propia convocatoria que sale en la tele, en los diarios o en algún medio. A lo sumo nos contactamos con personas con las cuales ya trabajamos”, desmintió Patricia Vergara, la responsable de producción periodística de Showmatch, de Ideas del Sur.
Por otra parte, Mariela Suárez del departamento de prensa de Endemol también negó que su productora trabajara con la agencia de Pablo Simone.
Semanas más tarde volvimos a comunicarnos con Karisma para conocer cuáles eran las 52 productoras restantes con las que trabajaban. En la entrevista que habíamos tenido Hugo comentó que desconocía esa información y que lo consultáramos con el área de marketing.
Contestó a nuestro llamado una mujer que no supo responder a nuestra consulta y nos comunicó con otra persona. Mientras estábamos en espera, escuchamos con claridad una voz cercana al teléfono que decía: “hacete cargo vos que estás hace más tiempo que yo”. Finalmente nos atendió otro empleado llamado Jorge. Nos escuchó y habló con amabilidad, dijo varias cosas pero ninguna respondía a nuestra pregunta y nos propuso hablar con alguien de marketing. Luego de haber esperado varios minutos en línea contestó nuevamente Jorge informando que nadie podía atendernos, pero que de todas formas esa información que requeríamos era confidencial.